Gracias a todos por la buena acogida y los comments que habéis dejado tanto por aquí como por otras vías sobre la anterior entrada 🙂 se agradecen.
Después del tostón nostálgico de la anterior entrada, proseguiré con lo que vino después del viaje. Tocaba volver a Londres y a las mesas virtuales. En un principio estaba bastante “asustado” de cómo sería mi regreso dado que había jugado live las primeras semanas en Vegas, pero después había estado 3 semanas pensando 0 en póker y aparte, como todos sabréis, el live y el online no es exactamente lo mismo. Aun así, me sorprendió que volví bastante “en forma”, retomando rápidamente la senda del online y, aunque recuerdo que el EV dibujó una de sus típicas bocas de cocodrilo en mi PokerTracker4 (consecuencia normal de la varianza teniendo en cuenta el volumen), no fue motivo para que me viniera abajo, dado que me notaba bastante bien jugando.
El año terminó, como ya he comentado al inicio de la entrada, con un número de manos bastante paupérrimo y, en general, con poca motivación como suele ser habitual en mí durante los últimos 2-3 años. Ese hecho, unido a otros, hizo que decidiéramos que había que hacer algo diferente. Notábamos que era el momento de emprender una aventura con la que habíamos soñado en el pasado. Hacer una “pequeña” locura e irnos a un sitio de
playa y sol a relajarnos y a tomarnos la vida de otra forma, de manera que las ganas por volver a motivarnos y emprender nuevos proyectos vinieran por sí solas. En otras palabras, romper la rutina y ver que sucedía después. Pasadas las navidades en Barcelona con la familia, empezamos a buscar destino y a darle vueltas de donde podría ser ese lugar que nos aportaría tranquilidad + sol + playa. Justo durante esos meses de transición, le di una oportunidad al Sports Betting, aunque una vez metido más en materia me di cuenta de lo esclavo que es y de cómo los gobiernos (no solo el español sino también el inglés) les permiten cometer auténticas atrocidades a las empresas privadas, como el hecho de poder “echar” a los apostadores ganadores de forma impune. Eso hizo que rápidamente diera carpetazo a ese asunto y volviera a centrarme en el póker como fuente de ingresos principal. Retomando la búsqueda del destino, estuvimos valorando distintos lugares: Costa Rica, México, Brasil, Tailandia,… cada país tiene sus particularidades y todos tenían X o Y cosa que hacía que quisiéramos ir. Finalmente, nos decidimos por volver a Brasil, pero esta vez mucho más al norte que cuando estuvimos en el Estado de Minas Gerais. El hecho de conocer el idioma (mi novia ya lo hablaba suficientemente bien como para defenderse, y es relativamente fácil de entender por las similitudes con el Castellano), la proximidad (si lo comparamos con países como Thailandia) y, por último, los recursos económicos que se necesitan para “subsistir” en Brasil, lo convirtieron en la opción ganadora. Brasil es un país enorme, y aunque “ya hubiésemos estado”, la experiencia es totalmente diferente a la que vivimos hace tres años, por lo que es casi como vivir en otro país. En Ouro Preto teníamos frío y montañas, mientras que en Pipa tenemos sol y playa.
La idea inicial era quedarnos entre 3 y 6 meses pero, después de estar 2 meses aquí, decidimos que teníamos que ir a por los 6 meses y volver para navidades a Barcelona, dado
que el nivel de vida que tenemos aquí es difícilmente alcanzable en Europa. No vivimos como ricos ni mucho menos, sino que es más un tema de estar despreocupados de todos los problemas de política, economía y demás que se están dando en Europa, además de que podemos disfrutar de la playa y del buen tiempo. Vivir aquí nos está aportando sobretodo tranquilidad, que es lo que veníamos persiguiendo durante los últimos meses, cuando el estrés se estaba apoderando de nosotros – mi novia trabajando en Londres y yo creando un sentimiento de rechazo a lo que durante los últimos años ha sido mi principal fuente de ingresos: el póker. Eso era algo que no quería que sucediera ya que creo que aún puedo disfrutar de esta libertad que me proporciona dedicarme a esto. Aquí, a pesar de que no estoy grindando como querría por el hecho de que las conexiones y otros problemas logísticos no me lo han permitido, estoy volviendo a tener ganas de hacer manos (aunque sea a mi propio ritmo) y, lo que es más importante para mí, estoy volviendo a recuperar las ganas de seguir ayudando a mejorar a la gente, ya sea en los foros de Educa, en los vídeos o en coachings privados.
Además de la tranquilidad, estamos pudiendo disponer de suficiente tiempo como para aprender nuevas cosas o dedicarle un tiempo a nuestros hobbies. Nos apuntamos a un
curso de Kitesurf, mi novia puede hacer crochet, que es algo que en Londres solo podía hacer en los ratos libres, y también ha empezado a trabajar de forma autónoma como traductora de novelas, que es algo que le hace mucha ilusión y en Europa es más difícil permitírselo porque necesitas ingresar dinero sí o sí cada mes para poder subsistir. Otra cosa que para mí es algo positivo, aunque para muchos sea una tontería, es el hecho de que hayamos adquirido una moto para desplazarnos por aquí. Yo siempre he sido una persona a la que le han gustado las motos y, dado que tuvimos un accidente hace muchos años y que en Londres tampoco se dan las mejores condiciones, hacía mucho tiempo que no conducía una moto y el hecho de volver a disfrutar de la conducción es algo que me da vitalidad. Soy muy consciente de que las motos son peligrosas porque cualquier error (tuyo o de los otros) puede salirte muy caro, pero para mí reemplazar la sensación que me produce conducir una moto es muy difícil. Sé que para muchos es muy complicado de entender, de hecho, para mí novia lo es, y el hecho de no haber tenido ninguna moto en estos años ha sido porque es muy difícil justificarle a alguien que no tiene esa misma sensación la necesidad de tener una moto, cuando es un sistema de transporte reemplazable por el coche (también peligroso obv pero menos, en general).
Dejando de lado las cosas materiales, esta nueva aventura ha hecho que descubra nuevos sentimientos que hasta el momento no tenía. Yo cuando era pequeño tuve un perro al que quise con todo mi corazón, era un amigo, un compañero y des de entonces no tuve ninguna
mascota más porque perderlo fue un golpe durísimo, solo aquellos que hayáis tenido alguna vez un perro podréis entender ese sentimiento. Pues bien, cosas del destino, este viaje nos ha llevado a adoptar un gatito. Fue todo una carambola y en ningún momento entraba en los planes adoptar a ningún animal en estas tierras, y menos aún un gato (sí que valoramos la posibilidad de tener un perro en el futuro). Pero, como digo, por una sucesión de hechos inesperados nos encontramos con que era el momento de tenerlo con nosotros e intentar darle todo nuestro cariño, y ahora ya hace 2 meses que tenemos un nuevo miembro en nuestra familia llamado Coco (de ‘coqueiro’, dado que nació rodeado de cocoteros, original, eh?! ^^). A día de hoy, seguimos poniéndolo al día con las vacunas y cuidados necesarios de un cachorro de gato, ya que sólo tiene 4 meses.
Con todo esto, hace que las ganas por volver sean solo por motivos familiares. Tener a la familia lejos siempre es un hándicap pero saber que en unos meses les veremos de nuevo para Navidad hace que nos permita vivir esta experiencia como queríamos inicialmente, que era con el objetivo de desconectar 🙂 .
Y con esto termino la entrada. Seguro que se quedan miles de cosas en el tintero, porque resumir todo este tiempo en un par de entradas no es fácil, pero espero tener una frecuencia de actualización algo más alta a partir de ahora y que no vuelva a suceder… XDD
Saludos,
odineH